“¿Qué se borda/escribe en/desde une danza?: ¿un modo radicalmente frágil de hacerse una lengua que experimenta más que prueba, que avanza más que demuestra?, ¿une manera de tomar la palabra perforando esos cuadros bien rectos sobre los que se inscribían con certeza las repartijas entre quien hace y quien piensa, quien ensña y quien aprende, quien practica y quien teoriza?, ¿una forma de exponer – y escucho desde mi idioma materno “ex -peau(piel) – ner” – una danza que deja ver la hilacha y el cabo desa(ca)todo que queda en los bordes y atrás de la forma?, ¿un procedimiento que funda y confunde un derecho y un revés de la danza, y se pregunta si el desecho es su derecho – que transforma con loque hay – y el revés, el valor de lo que queda patas para arriba?, ¿une afirmarción de que la poesías una militancia del todo por venir y que componer es diferenciar, anclar, más que reunir?

Con esa misma lengua húmeda, atrevida y humilde, hidrata los ejercicios de una práctica que toma y sacude la palabra “improvisación” a lo largo de su trayectoria que crea y que enseña, a la par. Esa lengua con la que invoca y trama una herencia que es menos un homenaje que una huerta, una huerta compostera donde se hamaca el ritmo persistente del cuerpo-no cuerpo, en la que fermenta la frase “copiar está bien” y de la que brota un humor/humus insolente. Insolencia y peligro.” (del Prólogo de Marie Bardet).